La deforestación causada por la ganadería, la agricultura y la tala de árboles, amenaza a una de las zonas con mayor concentración de fauna y vegetación de toda América.
El Gran Pantanal, al que los exporadores españoles llamaron La Laguna de Jarayes y declarado en el año 2000 Patrimonio de la Humanidad, está siendo afectado en sus alrededores por una progresiva deforestación. Según el biólogo Alessandro Menezes este fenómeno se está produciendo en los afluyentes del río Paraguay. El Gran Pantanal, ubicado en el Estado brasileño de Mato Grosso do Sul, en la región centro-occidental del país, es una de las fuentes de agua dulce más importantes de toda Sudamérica.
La expansión de la ganadería de vacuno es el mayor peligro de este espacio de biodiversidad incomparable. Por su parte, los diferentes cultivos intensivos de la zona de caña de azúcar, maíz y soja, arrastran a las aguas restos de fertilizantes que terminan contaminando el humedal.
La tala de árboles ha aumentado debido al incremento de la producción de carbón de leña. Diariamente, unas 2.500 toneladas de madera de los árboles de la zona, son transformadas en carbón.
La demanda de este combustible por parte del sector siderúrgico, ha animado a muchos agricultores y granjeros a limpiar sus terrenos incluyendo la tala de árboles, sin considerar que, esta práctica, incrementa la deforestación y la destrucción del ecosistema del lugar.
La disminución de la arboleda genera una mayor erosión en épocas de lluvias y esto conlleva el aumento de la sedimentación en las márgenes de ríos y afluyentes. Los lagos y lagunas podrían desaparecer provocando la extinción de muchas especies animales de la zona, que ya se encuentran en situación de riesgo.
Las organizaciones defensoras del Medio Ambiente piden una mayor intervención del Gobierno brasileño, con objeto de proteger este santuario ecológico, y recuerdan que la extensión de esta gran reserva mundial de fauna y vegetación, incluye territorios de Bolivia y Paraguay.
La expansión de la ganadería de vacuno es el mayor peligro de este espacio de biodiversidad incomparable. Por su parte, los diferentes cultivos intensivos de la zona de caña de azúcar, maíz y soja, arrastran a las aguas restos de fertilizantes que terminan contaminando el humedal.
La tala de árboles ha aumentado debido al incremento de la producción de carbón de leña. Diariamente, unas 2.500 toneladas de madera de los árboles de la zona, son transformadas en carbón.
La demanda de este combustible por parte del sector siderúrgico, ha animado a muchos agricultores y granjeros a limpiar sus terrenos incluyendo la tala de árboles, sin considerar que, esta práctica, incrementa la deforestación y la destrucción del ecosistema del lugar.
La disminución de la arboleda genera una mayor erosión en épocas de lluvias y esto conlleva el aumento de la sedimentación en las márgenes de ríos y afluyentes. Los lagos y lagunas podrían desaparecer provocando la extinción de muchas especies animales de la zona, que ya se encuentran en situación de riesgo.
Las organizaciones defensoras del Medio Ambiente piden una mayor intervención del Gobierno brasileño, con objeto de proteger este santuario ecológico, y recuerdan que la extensión de esta gran reserva mundial de fauna y vegetación, incluye territorios de Bolivia y Paraguay.
Fuente: Euronews
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